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En el mundo de la transición energética, las empresas de energía y redes se enfrentan cada día a enormes retos. La creciente demanda de energía sostenible exige no sólo la construcción de nuevos activos, sino también la renovación de los sistemas existentes y obsoletos. Esta tarea es cada vez más compleja, sobre todo porque la vida útil de muchas instalaciones se acerca a su límite y la necesidad de soluciones sostenibles crece día a día.

Por eso, en los últimos años, muchas organizaciones del sector energético han invertido mucho en grandes organizaciones de proyectos. Pero tras la construcción de estas infraestructuras, suele comenzar el siguiente reto: la transición de una organización de proyectos a una organización de gestión. Este proceso suele ser fuente de fricciones, ya que los objetivos, perspectivas e intereses de ambas organizaciones no siempre coinciden. Para superar esta complejidad, ha surgido la figura del Director de Gestión de Activos. Una función que, aunque todavía bastante nueva y desconocida en el sector energético, ha demostrado ser crucial para crear un puente entre las organizaciones de proyecto y las de gestión.

El papel del Director de Gestión de Activos

La función de Director de Gestión de Activos aún no existe oficialmente en el mundo de la energía, pero en los últimos años he experimentado personalmente lo valioso que puede ser este puesto. Soy Niels, Chief Enabler of People en Ecopulz, y durante una misión en la empresa de aguas Dunea, asumí esta función. A partir de ahí, quedó claro que cada vez es más necesario contar con alguien capaz de tender puentes entre las organizaciones de proyectos y las de gestión. En la transición energética, en la que son necesarios cambios rápidos y una cooperación sin fisuras, este papel puede ser crucial.

Como Director de Gestión de Activos, se encuentra entre dos mundos. Por un lado, está la organización del proyecto, que se centra en diseñar y realizar activos de acuerdo con requisitos y objetivos específicos. Por otro, está la organización de la gestión, responsable del mantenimiento y la optimización a largo plazo de estos activos. Ambas tienen sus propias perspectivas, responsabilidades y prioridades. El arte del Director de Gestión de Activos reside en aunar estos intereses divergentes y garantizar una transferencia fluida de los proyectos a la gestión.

El valor de la comunicación y la comprensión

Uno de los mayores retos de la transición energética es establecer una estructura de comunicación clara entre las organizaciones encargadas del proyecto y las de gestión. La comunicación regular y estructurada es esencial para evitar malentendidos y conflictos. Mi experiencia en Dunea me enseñó que muchos problemas surgen de la falta de comunicación. Lo que puede parecer un pequeño cambio para la organización del proyecto puede tener implicaciones significativas para la organización de gestión, por ejemplo en términos de mantenimiento o coste de los procesos operativos.

Como Director de Gestión de Activos, facilité esta comunicación y me aseguré de que todas las partes implicadas estuvieran en la misma onda desde el principio. Esto empezó con el establecimiento de acuerdos explícitos, la definición de responsabilidades y momentos claros para la toma de decisiones. Al implicar activamente a ambas organizaciones en el proceso, existe un entendimiento compartido y un objetivo común. Esto genera confianza y reduce la resistencia al cambio, algo crucial en un sector tan cambiante como el energético.

Garantizar la cooperación y la continuidad

Lo que también he aprendido en mi función de Director de Gestión de Activos es que la cooperación no se detiene tras la entrega del proyecto. Al contrario, el verdadero reto suele empezar después de la entrega. Asegurar la continuidad es esencial para garantizar la longevidad de los activos y evitar costes innecesarios en el futuro.

En mi trabajo en Dunea, he visto lo importante que es implicar a la organización de gestión desde el principio de un proyecto. Al compartir conocimientos y documentación entre los equipos de proyecto y gestión en una fase temprana, se garantiza que no se pierda información valiosa. De este modo, no sólo se facilita el traspaso, sino que la gestión es más eficaz a largo plazo. Además, ayuda a reducir los costes de mantenimiento y a prolongar la vida útil de los activos, lo que en última instancia redunda en una explotación más sostenible y rentable.

Cultura de cooperación y apertura

Otro aspecto crucial del Director de Gestión de Activos es fomentar una cultura de cooperación y entendimiento. En las organizaciones, los departamentos de proyectos y gestión pueden funcionar a menudo como entidades separadas, cada una con sus propios objetivos e intereses. Como Director de Gestión de Activos, intenté salvar esta distancia creando una atmósfera de confianza y apertura. Esto puede hacerse organizando reuniones, talleres y sesiones de trabajo conjuntas, en las que ambos equipos lleguen a conocerse y a entender las perspectivas del otro.

En Dunea, he visto lo eficaz que puede ser esto. Al promover proactivamente la cooperación y acercar a los equipos, se crea un vínculo más fuerte entre los departamentos. Esto no sólo reduce las fricciones, sino que también aumenta la capacidad del equipo para resolver problemas. La colaboración es la clave del éxito en cualquier organización, sobre todo cuando se trata de proyectos complejos y a largo plazo, como en el sector energético.

El valor añadido de la transición energética

Aunque mi experiencia como Director de Gestión de Activos se desarrolló en el sector del agua, estoy convencido de que esta función también puede aportar un gran valor añadido dentro del sector energético. La transición energética requiere algo más que soluciones técnicas: exige un cambio fundamental en la forma en que las organizaciones trabajan juntas y se comunican. Un Director de Gestión de Activos puede garantizar que los objetivos de las organizaciones, tanto de proyecto como de gestión, estén mejor alineados, dando lugar a procesos más eficientes y resultados más sostenibles.

Creo firmemente que la función de Director de Gestión de Activos puede contribuir de manera crucial a la transición energética. Garantizando una gestión y un mantenimiento óptimos de los activos nuevos y existentes, las empresas energéticas no solo pueden satisfacer la creciente demanda de energías renovables, sino también mejorar su eficiencia operativa y reducir costes. Es hora de introducir esta función en el sector energético y reconocer que la cooperación y la continuidad son las claves de una transición exitosa.

En mi trabajo en Dunea pude experimentar el valor de esta función, y estoy convencido de que los mismos principios son aplicables en el mundo de la energía. La transición energética presenta retos, pero con el enfoque y la cooperación adecuados, podemos superarlos. Depende de nosotros adoptar este nuevo papel para dar forma al futuro de la gestión energética.

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